Bodega Narbona despierta los sentidos con vinos y platos que encantan

31.08.2022

Con una propuesta que va más allá de la visita a la bodega y posterior degustación de vinos, el restaurant con aires de campo instalado al frente del establecimiento localizado entre Carmelo y Nueva Palmira, sirve vinos exclusivos de la cava histórica y platos confeccionados en base a pastas, vegetales, quesos, y carnes - entre otros - de producción propia.

Estar de visita por el "cercano oeste" de Uruguay, y no hacerse un tiempo para visitar Bodega Narbona debería ser considerado un pecado capital inscripto y penalizado con multa en el manual del gourmet bien informado. Pues llegar a este lugar e instalarse - sea en las cómodas mesas dispuestas en el exterior, o en los lindos ambientes interiores - viéndose rodeado por botellas de vinos, frascos de conservas saladas y dulces, latas con aceite de oliva, dulce de leche, hormas de quesos, jamones y otros chacinados, ya contribuye, y bastante, para que nuestros sentidos se vayan agudizando.

Ya sentados en torno a la mesa elegida, con carta en mano - entregada por el amable personal que es comandado por la conocida Sommelière Cecilia Maquieira (jefa de sala en el lugar) recién llegada de la Patagonia, y a quien tuvimos el placer de reencontrar luego de un tiempo - nos disponemos a seleccionar el menú, y claro, como buenos clientes, dejarnos asesorar en cuanto a la elección del vino.

Selección de panes caseros, grisines y galletas con aceite de oliva sobre la mesa (directo de la panadería propia) acompañados por unos riquísimos dips, nos ayudaron a inclinarnos por el fresco Narbona Blush Rosé 2022, elaborado con la delicada variedad Pinot Noir, una de nuestras preferidas, y que en este caso concreto se mostró ideal para - como solemos decir - abrir los trabajos.

Ya decididos, nuestras opciones fueron, por un lado la jugosa empanada de carne y chorizo de cerdo a la pomarola (una entrada compuesta por ambas iguarias) que estuvieron espectaculares, y por otro lado el revuelto gramajo, que en una versión muy personal y bien interpretada por el chef Julio García Moreno, viene con base de huevos de campo, jamón cocido finamente cortado, y unas crocantes y riquísimas papas paille fritas, que distan y mucho de las flácidas y húmedas papas aceitosas servidas en la mayoría de las casas que trabajan con estas minutas.

Pero ello solo fue el principio de un gran almuerzo. Acto seguido llegó el momento de disfrutar de los principales, que como buenos carnívoros que somos, estuvieron inspirados en ese producto tan bueno con el que podemos contar en nuestro país: la carne vacuna. Una manta de asado a las brasas con papas y boniatos (que debemos confesar, le habíamos echado el ojo cuando llegamos, mientras el asador avivaba el fuego con leña) y la milanesa con ensalada de verdes - algo simple, pero que bien preparado, por naturaleza gusta a todos - llegaron en tiempo y forma a nuestra mesa, mientras la sommelière nos sorprendía invitándonos a probar no uno, sino cuatro vinos muy especiales....

El muy vivo aún Narbona Pinot Noir 2015 abrió el juego mostrándose como un veterano digno de respeto y luciendo la muy buena performance de esta cepa en Uruguay, para dar paso luego al carnoso y sorprendente Maria Merlot 2020, una edición limitada de pocas botellas que lleva el nombre de una mujer, a su vez bien interpretada por otra mujer: la enóloga Valeria Chiola, responsable por todas las vinificaciones de esta casa productora. Merlot que enamora a primer sorbo, intenso, y de estructura - no común cuando esta noble variedad no es bien valorada - que muestra carácter puro, que no es lo mismo que puro carácter.... por favor, no confundir!

Dando continuidad, dos Tannat´s de la zafra 2010 - que habían sido abiertos el día anterior, y tuvieron la amabilidad de guardar para que degustáramos - fueron decantados.... uno de ellos (a nuestro entender el que más nos llamó la atención) sin haber tenido crianza en barricas, que de un color con poca mella de evolución sorprendió además por su nariz, una mezcla de aromas primarios (increíble que aún se perciba la fruta) secundarios (algunos lácticos en destaque) y terciarios (con un bouquet rico y complejo desarrollado durante años en la botella) mostrando taninos presentes y amables, y muy buen equilibrio en cuerpo y acidez.

En el caso del otro ejemplar de Tannat, con pasaje por barricas de roble, con un perfil un tanto diferente al antes comentado, con la madera como complemento de un buen tinto de raza, se mostró con excelente tipicidad varietal, un bello color poco evolucionado, voluminoso en boca, y muy buen potencial gastronómico, que inclusive estimamos se pueda extender por algunos años más en buenas condiciones de guarda como las que posee esta bodega.

Llegando la hora de los postres, un estupendo Martín Fierro en versión más allá de moderna, fue sorprendentemente bien ejecutado por el patissier Gastón Gentili, que fue servido junto a un clásico de la casa: panqueque de dulce de leche con helado de crema de vainilla, dos delicias dulces que fueron acompañadas por excelente café expreso, poniendo punto final a un almuerzo con alma y donde platos, vinos, y servicio se llevaron nuestros aplausos.


Mayor información sobre Bodega Narbona en: www.narbona.com.uy


Texto: Sommelier Daniel Arraspide

Fotos: Andrea Fontes, D. Arraspide