• Haga clic en la imagen encima y vea el video del Dr. Arq. Ander de la Fuente Arana (publicado en facebook) especialista vasco versado en el tema.
El lugar que sivió de palco para la Ardo Festa (traducido del euskera, Fiesta del Vino) en Semanas Santas pasadas, hoy se encuentra cerrado, pero no abandonado. Gracias al esfuerzo de un grupo de ciudadanos - encabezado por el Presidente del Saltoko Euskaldunen Taldea, Esc. Luis Zaldua - en el lugar, se planea realizar una serie de obras que visan en la revitalización y abertura al público, para visitas y actividades, que redundarán en un atractivo patrimonial que podrá ser disfrutado por la comunidad salteña y de los turistas que hasta allí se acerquen.
Fue en este mismo espacio que
Pascual Harriague - empresario vinculado al rubro cárnico-ganadero, con un gran saladero sobre la costa del Río Uruguay - fundó su bodega, equipada con 34 grandes piletas de concreto, moderna y funcional para la época (con una capacidad cercana a los 2 millones de litros) donde vinificó muchas variedades de uvas, pero particularmente la Tannat, una cepa que su amigo - el también inmigrante vasco, de apellido Lorda - había logrado cultivar con éxito en viñedos localizados en la margen occidental del Río Uruguay (República Argentina) y que Harriague comenzó a cultivar en el año 1874.
El valor histórico es enorme, algo que pareciera no todos entienden así. Sobre todo si se considera que este lugar es el "Punto Cero del Tannat en Uruguay", una cepa de origen francés (procedente de los Pirineos Atlánticos) que entre Madirán y Irouléguy tiene su cuna, y que luego de expresarse muy bien en el terruño de Salto, se extendió a prácticamente todo el territorio uruguayo, convirtiéndose después de más de un siglo, en la “uva bandera”.
Pero la realidad es dura, y esta determina que son necesarios fondos económicos fuertes para reflotar todo aquello. El INAVI (Instituto Nacional de Vitiviicultura) - en tiempos que fuera presidido por el Enol. José Lez - se mostró interesado por apoyar el proyecto, pero luego hizo aguas y no concretó ese apoyo. Por otro lado - de acuerdo a lo informado por nuestras fuentes - los cerca de 10.000 dólares recaudados por entradas y venta de productos en la Ardo Festa, y que eran gestionados por la Intendencia de Salto, parecen haberse esfumado.
Lo cierto es que las ganas estan, el proyecto parece ser muy viable, y como todo en Uruguay, camina a pasos cansinos. Mientras tanto, el patrimonio allí latente, espera por sus salvadores, por sus redentores, que ojalá, un día no muy lejano, con mucho esfuerzo, pasión, estudio, y claro, fondos económicos, puedan abrir las puertas de lo que hoy está cerrado, y que sería seguramente muy valorado, como un bien cultural para todo aquel que aprecie la historia, el vino, y por qué no, el turismo.
Texto y fotos: Sommelier Daniel Arraspide